En este
post os propongo reflexionar acerca del por qué y el para qué de optar
conscientemente por no eyacular durante cierto tiempo y en determinadas
circunstancias.
Cuando
digo por qué me refiero a las razones que hacen desaconsejable eyacular… Cuando
digo para qué me refiero a los beneficios obtenidos por esa decisión.
Para comprender las razones y facilitarnos tomar esa a veces difícil decisión necesitamos antes disponer de algunos datos que nos ayuden a racionalizarlo.
COMPOSICIÓN DEL SEMEN
El
semen se compone de líquido seminal y espermatozoides.
La densidad de espermatozoides es de entre 50 y 150 millones por mililitro, por lo que en cada eyaculación expulsamos entre 200 y 400 millones de ellos.
Por su parte el líquido seminal se compone de fructosa, prostaglandinas, aminoácidos, fósforo, potasio, ácido fólico, hormonas, ácido cítrico, colesterol, fosfolípidos, carnitina, fosfatasa alcalina, calcio, sodio, zinc, potasio, cloro, proteínas y enzimas
Os podéis imaginar pues el enorme esfuerzo y desgaste que supone para el organismo del hombre la elaboración de este fluido…
Por su parte esos de 200 a 400 millones de espermatozoides contienen –cada uno de ellos- toda nuestra carga genética orientada –nada menos- que a engendrar una vida humana.
LA PEQUEÑA MUERTE
No hace falta ser un lince pues para comprender que al igual que al hacer deporte consumimos buena parte de la energía que obtenemos al nutrirnos, al eyacular derrochamos y expulsamos también una buena dosis de nuestra energía vital, con el justificado propósito de procrear que es –con independencia de nuestra orientación sexual- aquello para lo que nuestro sistema reproductor ha sido programado.
Obviamente nuestro cuerpo no es capaz de diferenciar si vamos a copular para crear una vida o si simplemente nos estamos masturbando… el desgaste es el mismo pero en el segundo caso la justificación decae.
Tras eyacular tiene lugar lo que los franceses llaman “la petite mort” (“la pequeña muerte”), que hace referencia al período refractario que ocurre después del orgasmo eyaculatorio. Este término ha sido interpretado generalmente para describir la pérdida del estado de conciencia o desvanecimiento post-orgásmico. De manera más amplia se puede referir al gasto espiritual que ocurre luego del orgasmo o a un corto período de melancolía o trascendencia como resultado del gasto de la “fuerza vital”.
Un estudio reciente sobre los patrones de activación del cerebro usando una tomografia por emisión de positrones (PET) da cierto apoyo a la experiencia de "la pequeña muerte".
Una de mis frases favoritas del libro de Mantak Chía “El hombre multiorgásmico”, que no me cansaré de decir que es de obligada lectura para cualquier hombre y, especialmente, para los que estáis en este grupo, hace referencia a como describía un hombre multiorgásmico el fenómeno de la pequeña muerte… Lo expresaba así: «Una vez que eyaculo, la almohada me atrae más que mi novia».
Esa falsa sensación de relax y de desahogo tras la eyaculación es en realidad el cansancio fruto del
desgaste de esa “pequeña muerte” en la que, como dicen los taoístas, el hombre pierde parte de “su esencia” y de su “energía vital”.
Probablemente habréis oído que a los deportistas no se les permite eyacular antes de una competición y que a los cantantes hombres les baja medio tono la voz al hacerlo.
BIOELECTRICIDAD (EL CHÍ)
No obstante si todo
esto os suena a cuento chino (de hecho lo descubrieron ellos hace 4600 años) lo
podéis analizar desde un punto de vista más racional.
La medicina china se basa en la habilidad de la persona para hacer circular su energía bioeléctrica por el cuerpo. Si has sido tratado con acupuntura, habrás experimentado la circulación de esta energía bioeléctrica, que los chinos llaman chí, en tu propio cuerpo. Pero si no has tenido esta oportunidad, hay un experimento muy simple que puedes hacer para experimentar tu chí corporal. Frótate las manos durante diez segundos y después mantén las palmas a una distancia de dos o tres centímetros.
Si te concentras, podrás sentir un flujo de energía que pasa de una a otra.
La idea de que el chí
está presente en nuestro cuerpo no es específica de China
Cuando estamos excitados y a punto de alcanzar el orgasmo, esos de 200 a 400 millones de espermatozoides “se activan” y empiezan a menear su cola para salir disparados a la carrera sin saber aún si chocarán con un óvulo o con el fondo del retrete…
Ese movimiento es una auténtica fábrica de energía bioeléctrica que se acumula en la zona genital y que, junto con la acumulación de riego sanguíneo, acaba provocando una congestión de la próstata que sólo se resuelve eyaculando o movilizando esa energía para cambiarla de lugar.
RETENER Y DISTRIBUIR EL CHÍ
Por tanto podemos
experimentar varios orgasmos, si comprendemos las técnicas del “cum control”, y
renunciar conscientemente a esa “pequeña muerte” optando por preservar nuestra
energía sexual.
No se trata solamente de no perder energía para no sentirnos cansados… es que la biolectricidad que sí-o-sí vamos a generar excitándonos es como un “chute” para nuestro organismo y su preservación y canalización nos hará experimentar una sensación de vitalidad, energía y lucidez francamente sorprendente y de fácil experimentación y consecución si de verdad os proponéis probarlo y andar ese camino.
Retener y distribuir el chí requiere dominar dos sencillas técnicas:
1)
la de
detener la eyaculación a tiempo
2)
la de subir
la energía desde la zona genital por la columna vertebral hasta la cabeza y de
ahí hacia el ombligo y la zona abdominal (también llamada “el segundo cerebro“
por los taoístas) donde se almacenará para su uso posterior..
Sólo si somos capaces de movilizar esa energía evitaremos la congestión de la
zona genital y superaremos con éxito la tentación de eyacular
Ambas técnicas las tenéis descritas una vez más en el libro de Mantak Chía “El hombre multiorgásmico”.
ENTONCES ¿POR QUÉ NO EYACULAR?
Porque,
salvo que el fin justifique el desgaste y derroche energético, la eyaculación
(desde el punto de vista energético) no aporta nada a nuestro organismo.
Si bien es cierto que existe algún estudio acerca de la relación estadística entre la eyaculación frecuente (21 veces al mes) y la reducción en un 20% de posibilidad de cáncer de próstata, se trata de estudios estadísticos y no de laboratorio, por lo que habría que valorar si la muestra incluía hombres multiorgásmicos que estimulan su próstata sin eyacular o bien solo hombres sin actividad sexual.
Si bien es cierto que existe algún estudio acerca de la relación estadística entre la eyaculación frecuente (21 veces al mes) y la reducción en un 20% de posibilidad de cáncer de próstata, se trata de estudios estadísticos y no de laboratorio, por lo que habría que valorar si la muestra incluía hombres multiorgásmicos que estimulan su próstata sin eyacular o bien solo hombres sin actividad sexual.
Y ¿PARA QUÉ NO EYACULAR?
Para
canalizar la energía sexual y movilizar esa biolectricidad por los canales del
cuerpo, lo que nos aportará una gratificante sensación de vitalidad que
permanecerá con nosotros durante horas.
La canalización hacia la cabeza de la energía nos hará también sentir más lúcidos, creativos, despiertos y atentos…. Eso nos puede ayudar en momentos importantes de la vida (la presentación de un proyecto, la preparación de un examen, etc)… Por tanto no se trata de no volver a eyacular jamás ni tampoco de no masturbarnos ni tener sexo… sino de decidir conscientemente en que períodos nos masturbamos o tenemos sexo sin eyaculación para generar energía y aprovecharla para nuestros fines vitales.
CONCLUSIÓN
Más allá del aprendizaje de la técnica del "cum control" para alejar el momento del orgasmo del momento de la eyaculacición, pudiendo experimentar varios orgasmos antes de eyacular y por tanto disfrutando más y durante más tiempo de la experiencia de la masturbación, la decisión no ya de "retardar" sino de "evitar" la eyaculación nos supone un nuevo reto en el camino de descubrimiento de nuestra sexualidad que desde este grupo intentamos proponeros.
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